Para Jhonatan Narváez, la Giro d’Italia ya es un éxito rotundo. El ciclista ecuatoriano del equipo INEOS Grenadiers se llevó la victoria de etapa y la maglia rosa en la jornada inaugural, marcando el triunfo más importante de su carrera hasta la fecha. Pero, ¿quién es este ecuatoriano de 27 años de edad?
Un sueño ecuatoriano: Más allá de las montañas
Nacido el 4 de marzo de 1997 en El Playón de San Francisco, un pequeño pueblo ecuatoriano a 3000 metros sobre el nivel del mar, Narváez no es el único ciclista profesional de esta modesta comunidad, que también vio crecer a Jefferson Alexander Cepeda y Jefferson Alveiro Cepeda, entre otros. La región, cercana a la frontera con Colombia, es un ferviente semillero del ciclismo, prácticamente una cuna para los profesionales ecuatorianos en un país donde el deporte gana cada vez más popularidad.
Los inicios de Narváez
El ciclismo captó a Narváez desde muy joven, siendo la única opción deportiva real en su remoto hogar de montaña. Inspirado por su familia y grandes figuras como Lance Armstrong, Alberto Contador y Tony Martin, no pasó mucho antes de que comenzara a forjar su camino en el deporte.
El salto a Europa
Su talento pronto trascendió continentes, llevándole primero a competir en Colombia y luego a Europa, donde se unió a la academia de Quick-Step en Bélgica, aprendiendo inglés y adaptándose a una cultura radicalmente diferente. Tras un breve periodo en Hagens Berman Axeon, firmó con Deceuninck-Quick-Step, debutando profesionalmente y enamorándose no solo de las carreras, sino específicamente del encanto único de las clásicas sobre adoquines.
Desarrollo y victorias
Ya en INEOS Grenadiers, Narváez reorientó su entrenamiento hacia las clásicas, un movimiento que ha comenzado a rendir frutos evidentes. Sus logros, incluyendo una victoria de etapa en el Giro d’Italia de 2020, son apenas el comienzo para alguien cuyo sueño es dominar en carreras emblemáticas como Strade Bianche y E3 Saxo Classic, y eventualmente triunfar en la Ronde van Vlaanderen.
Narváez se ha convertido en un símbolo de que existen caminos alternativos al éxito para los ciclistas ecuatorianos, más allá de ser excelentes escaladores. Su historia, marcada por la ambición y el éxito en territorios inexplorados, inspira ya a la próxima generación de ciclistas en su país.
Su apodo, El Lagarto, heredado de su hermano, simboliza su estilo rápido y agresivo, una herencia y una promesa para el ciclismo ecuatoriano de que el horizonte siempre puede ser más amplio de lo que parece.