El testimonio de Bradley Wiggins: la cara oculta del éxito en el ciclismo

Bradley Wiggins logró los mayores éxitos como ciclista, pero no todo fue color de rosa. El británico, de 43 años, ha hablado abiertamente sobre su difícil infancia y su relación de amor y odio con el ciclismo en una nueva serie documental de la BBC.

Las secuelas de una difícil relación familiar

En una emotiva entrevista con la cadena británica, Wiggins habló sobre su complicada relación con su padre y el impacto que esto tuvo en su vida y carrera ciclista. «Gran parte de mi carrera en el ciclismo fue, en realidad, escapar de mi pasado. Fue una distracción. Mucho de ello se remonta a mi padre y a la falta de una figura paterna en mi infancia.»

Un padre ausente

Su padre, el ciclista australiano Gary Wiggins, abandonó a la familia. En 2008, Wiggins padre, tras una vida llena de problemas con el alcohol, las drogas y trastornos mentales, falleció en circunstancias sospechosas en Australia. Padre e hijo apenas tenían contacto, pero un día Gary intentó reconectar. «Llamó a la casa de mi abuela. Quería formar parte de mi éxito y enmendar las cosas.»

El encuentro con su padre

«Lo vi dos años después, cuando tenía 19 años. No tenía dinero y vino a Gante, Bélgica, donde yo tenía una carrera. Nunca lo olvidaré. Fue el día más difícil de mi vida, simplemente el hecho de verlo. Ese día, todos me animaban, pero mi padre no podía soportarlo. No podía soportar que yo recibiera atención.»

«Después de la carrera, agarró mi brazo, me acercó a él para que nadie más pudiera escuchar. Entonces dijo: ‘No olvides que nunca serás tan bueno como yo’. Fue una experiencia realmente terrible. A partir de ese día, sentí la necesidad de superar a mi padre. Eso me dio fuerzas en 2012», haciendo referencia a su año destacado, cuando ganó el Tour de Francia y se coronó como campeón olímpico en la contrarreloj en Londres.

Un refugio en el ciclismo

Para Wiggins, el ciclismo fue un refugio, una zona segura durante mucho tiempo. «En la bicicleta, tenía la mayor confianza, pero después de mi carrera también tuve que dar un paso atrás como persona. Me sentía más cómodo en la bicicleta, y eso me daba confianza en mi vida. Sin embargo, no me gustaba la persona en la que me convertía cuando estaba encima de la bicicleta.»

Hoy en día, Wiggins ya no monta en bicicleta, y no lo hace sin razón. «Tenía más confianza cuando estaba en mi bicicleta, pero tuve que esforzarme por ser alguien que en realidad no era. Cuando me despedí del ciclismo, simplemente volví a ser Bradley Wiggins.»

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